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  Prologo del segundo de la trilogia por Robert Manrique
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Prologo del segundo de la trilogia por Robert Manrique
 Prologo de "Macellum"
                            la segunda parte de la trilogia.


 
Preparar un prólogo para un libro no es fácil y prepararlo para un libro escrito por un viejo amigo complica más el asunto. He leído libros en los que no era necesario en absoluto tener datos previos sobre el autor. Pero está muy claro que para disfrutar este libro hay que conocer algo sobre su autor.
 Artur Costa no es un desconocido para quien tiene el honor de escribir estas palabras. Coincidí con él en aquella juventud cuando éramos mas impulsivos, más impacientes y estábamos más pendientes de divertirnos que de trabajar. Y la verdad es que lo de trabajar lo hacíamos francamente bien, así que imagínese Usted, amigo lector, lo que era cuando se trataba de divertirnos. Recuerdo como una de las mejores etapas de mi vida personal el tiempo que compartimos juntos en las dependencias de los Almacenes “Hipercor” en Barcelona. Horas y horas entre terneras, embutidos, jamones, corderos y cabritos (de estos últimos, algunos con nombre y apellidos). Momentos que difícilmente se pueden olvidar, aunque en aquel 1987 los asesinos etarras estuvieron a punto de destrozar aquella amistad a golpe de coche bomba. Por suerte, de nosotros dos, solo quedó herido uno. Y por suerte para Artur, no fue él. En aquella época coincidió con nosotros otro Arturo, un asturiano mayor que nosotros y mas grande que un armario ropero, con un sentido de la vida en el que primaba la broma y el cachondeo por encima de todo lo demás. Por eso, uno de los momentos que más nos marcó fue el día en que el armario asturiano decidió, como si de un cónclave episcopal se tratara, que a Artur habría que llamarlo el nen. Y con eso se quedó. Artur pasó a ser el NEN.Yo ya sabía que el NEN, pese a ese alias infantil, era un tío especial, con un sentido del humor envidiable y unas ganas de vivir contagiosas. Algunos de los que trabajaban con nosotros no entendían nuestra particular forma de ser pero, sinceramente, nos la traía al pairo, no nos importaba lo más mínimo. Había que trabajar cierto número de horas: se trabajaba. Había que divertirse, nos divertíamos. Había que tomarle el pelo a una clienta... pues eso. Y encima nos pagaban por ello. Hasta habían días en los que la coña y la diversión subían a tales niveles que nos quedábamos a trabajar más horas aunque no nos las pagaran, simplemente por pasar el rato juntos. El NEN fue uno de los compañeros que más me ayudaron tras el atentado que sufrimos. Durante mucho tiempo estuvo a mi lado, llamando, preocupándose de mis dos hijitos y alegrándome los malos momentos, que fueron muchos. Como dice el proverbio, la amistad es eso, un compañero nacido para los momentos de angustia. Este pequeño relato de nuestras vidas demuestra que el NEN es una persona que cuando pone el alma en algo, la pone con todas las consecuencias, hasta el final. 
 
 
 
 
 
Lo que jamás me habría podido imaginar es que, años después, el NEN me llamara para decirme que iba a publicar un libro: “La piedra del buen rollo”. Mi impresión al ofrecerme las galeradas fue pensar que me encontraría la continuación de aquella época vivida veinte años atrás. Buen rollo, una piedra, una historia. El NEN volvía a las andadas y seguro que había escrito un libro para echar cuatro risas. Desconozco la causa, pero creí que sería un libro de anécdotas de nuestra época juvenil, porque si algo habíamos tenido había sido “buen rollo”, aunque esa expresión todavía no se utilizara a finales de los ochenta.
 
Como decía la Orquesta Platería, “la vida te da sorpresas”. Me envió el libro via e-mail un par de horas antes de salir en AVE hacia Madrid y guardé la información en un USB. Junto a mí, en el viaje, un alto cargo de la Administración con quien debía aprovechar el trayecto para comentar ciertos asuntos sobre víctimas del terrorismo. Mientras mi acompañante atendía una llamada, conecté el portátil y descubrí una faceta escondida de mi buen amigo Artur, el NEN. Sabía reír, sabía vivir y ¡¡¡ también sabía escribir!!!.... Encontré una historia tan personal y penetrante, que mi acompañante se enganchó a la lectura igual que yo y empezamos a hablar de nuestros asuntos al Okayama de la calle Sagasta. Esa misma noche terminé el libro en el último AVE de vuelta a Barcelona.
 
Pero hace unas semanas, cuando me envió la galerada de su segundo libro, me enganchó de nuevo. En el libro que tienes en tus manos, descubrirás unas situaciones vitales que solo pueden describirse en primera persona, como el NEN lo hace. Los detalles que nos presenta de su entorno familiar y de relaciones cercanas son impecables y nos demuestra lo importante que es la amistad para el NEN. La historia que presenta es una continuación del primer libro. Es recomendable haber leído el primero para comprender, en su intensidad, el que ahora presenta.
 
Pero ahora nos encontraremos con una novedad. Mientras en “La piedra del buen rollo” el NEN hace una completísima descripción de la geografía comarcal de su lugar de residencia para explicar la situación de “la cueva” (el verdadero enigma de la historia), en este el autor penetra en la historia de los templarios, una de las órdenes más enigmáticas en cuanto a lo relacionado con la historia de la religión, tanto en Cataluña como en España y Europa.
 
No miento si digo públicamente que jamás me hubiera imaginado que el NEN sería capaz de realizar una incursión histórica en un asunto tan complicado como el que sirve de hilo conductor. El desarrollo del mundo templario, las localizaciones, la historicidad y los datos aportados muestran un enorme trabajo de investigación que el NEN ha conseguido hilvanar con una situación personal muy bien desarrollada. El libro que presenta, su segundo libro, es muy delicado, por cuanto presenta una historia que puede llevar a sufrir problemas personales, de relaciones externas y complicadas.
 
Sabido es que existen ciertas conexiones filosóficas, ciertos lobbis de poder, ciertas “familias” que dominan muchos aspectos de los negocios, de las empresas y de la cultura. No sorprende saber, que mucha de la información que recibimos ha pasado con anterioridad el tamiz de lo que debe o no debe conocerse. En una de sus canciones más desconocidas, decía Miguel Bosé que “quien quiera saber no ha de conocer nunca la verdad”.
 
Pues bien, de eso nos habla el NEN en este segundo libro. De los conocimientos que se transmiten de generación en generación y que, una vez descubiertos y estudiados, pueden traer consecuencias a quien reciba la información. Tramas de vigilancia, investigaciones a pie de calle, extraños personajes que deben o pueden marcar las reglas y todo ello, mezclado con una serie de datos históricos, que nos remontan a muchos siglos antes del nuestro.
 
Me preguntaba mi compañero de viaje a Madrid si el relato era novelado o real. “Y a mi ¿qué más me da?, no se lo pienso preguntar”, le respondí.
 
Solo me queda confirmar que sea ficticio o autobiográfico, este libro “Macellum” es sinceramente, im-pre-sio-nan-te.
 
Robert Manrique
 
 
LA PIEDRA DEL BUEN ROLLO  
 
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